Cómo puedo superar una ruptura de pareja
Claudia Hernández • 11 de noviembre de 2025
Afrontar una ruptura de pareja requiere de muchos recursos propios de las personas. Es un proceso que, por su complejidad, muchas veces necesita acompañamiento profesional. A continuación mencionaremos algunos datos importantes para atravesarlo desde la perspectiva de la terapia sistémica.

Romper una relación de pareja pueden ser una de las experiencias vitales más dolorosas que podemos experimentar en la vida y, sin embargo, casi todas las personas hemos pasado por dicha experiencia, probablemente, más de una vez, cuestión que nos habla de nuestra capacidad de sobreponernos y lograr re experimentar el amor o la afectividad profunda en un nuevo vínculo.
La ruptura de pareja no solo implica la pérdida de una relación, sino también una transformación que comienza por la necesidad de redefinir quiénes somos fuera del vínculo amoroso. Una ruptura no afecta únicamente a las dos personas que se separan, sino también a todo el sistema de relaciones en el que se está inmerso: las familias, los amigos en común, el entorno laboral, e incluso nuestra propia autoimagen.
Comprender la ruptura y su impacto más allá de nosotros
En realidad, una relación de pareja es un sistema en constante cambio. Cuando dicho sistema se transforma radicalmente o termina, conlleva a una necesidad de reajuste de quienes lo integraban. Entender la ruptura como un enorme cambio vital más que como un fracaso, permite mirarla con compasión y perspectiva.
A menudo, el dolor se intensifica cuando la persona se siente muy sola y/o culpable. Reconectar con nuestras redes afectivas y de apoyo, así como con los recursos propios internos posibilita encontrar nuevos significados acerca de lo vivido.
El proceso de duelo en las relaciones sexo-afectivas
Superar una ruptura implica atravesar un duelo. Es un proceso en el que no existen atajos y en el que todas las fases pueden estar presentes de manera total o parcial: al inicio no podemos creer lo que está sucediendo, luego, la tristeza aparece como una constatación de lo que se ha perdido. La rabia se asoma al revisar episodios que comenzamos a ver de otra manera o bien ante el dolor de lo irreversible de la situación. El cambio se abre paso con la aceptación de lo ocurrido y con ello, se va asomando la calma, que facilita la apertura hacia una nueva etapa que permite reconectar con la ilusión.
El espacio terapéutico ofrece apoyo y acompañamiento, facilitando la expresión emocional sin juicios y ayudando a construir una narrativa distinta, que permita a la persona encontrar de nuevo su sentido de continuidad y pertenencia.
Cómo puede ayudarte la terapia
La terapia sistémica ofrece herramientas concretas para:
•Explorar y mejorar patrones relacionales que dificultan una vinculación más sana.
•Identificar dinámicas familiares o sociales que influyen en la forma de amar y vincularse.
•Apuntalar la autoestima y la sensación de valía personal más allá de la relación.
Este enfoque favorece no solo el bienestar emocional sino también el crecimiento y la transformación personal tras una ruptura.
Terapia presencial en Madrid y online
Si atraviesas una separación o ruptura y sientes que necesitas acompañamiento profesional, en mi consulta encontrarás un espacio de sostén, confianza y respeto. Atiendo tanto de manera presencial en Madrid como online a personas que viven en España, en la Unión Europea o en cualquier parte del mundo.
El acompañamiento psicológico puede ayudarte a recuperar el equilibrio, fortalecer tu identidad y abrirte a nuevas formas de bienestar emocional.
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Los seres humanos tendemos a buscar un orden en todas nuestras vivencias, desde las más mínimas, como cuando observamos las nubes y de repente, reconocemos formas, caras, animales… hasta experiencias más complejas, como, por ejemplo, dar por hecho que no voy a hablar con mi jefa de mi subida de sueldo, cuando es evidente que está de pésimo humor o he cometido un error importante ese día. El marco que se vuelve muro Nuestra mente busca incesantemente el orden y la estabilidad, entonces, elaboramos explicaciones y patrones, incluso, en donde no los hay. Esto es una herramienta muy útil que nos permite responder de una manera sencilla y bastante eficaz a situaciones de todo tipo: cuando conocemos a gente nueva o, simplemente, cuando decidimos no tomar café en la noche porque sabemos que nos costará ir a dormir. Pero ¿qué pasa cuando estos marcos son tan rígidos que más bien funcionan como un muro o una camisa de fuerza? ¿Y si es, precisamente, la falta de flexibilidad de ese marco de actuación la que no me deja llegar a una solución más satisfactoria? Esclavos del piloto automático Dentro de estos marcos se desarrollan muchas conductas automáticas, como cuando nos dicen un halago de nuestra ropa y enseguida respondemos con algo que lo contradiga: «No, pero si es un vestido muy viejo». Respondemos ante ciertos hechos casi sin pensarlo. Así, nos vamos haciendo con un abanico de conductas, emociones y pensamientos que, por un lado, puede facilitarnos la vida, dándonos la «seguridad» de anticipar lo que sucederá y, además, este abanico de conductas también contribuye a la sensación de estabilidad que nos aporta saber cómo somos, pasando a formar parte de nuestra identidad y describirnos: "Soy muy sentimental, soy muy celosa, soy muy perfeccionista...". El problema aparece cuando esos esquemas que vamos construyendo terminan por esclavizarnos porque resultan muy cómodos. Entonces, como "soy muy maja/o" intento por todos los medios no contradecir a los otros, aunque eso vaya en contra de mi bienestar. O bien, como "soy muy celosa/o" debo hacer una escena de celos en el que quede claro el drama que algunas situaciones suponen para mí. El repertorio de adjetivos y sus conductas correspondientes puede ser infinito. Así, nos movemos en nuestro particular archivo de comportamientos, sin siquiera detenernos a pensar si tal manera de proceder nos es útil o nos beneficia. ¿Cómo reconocer estos patrones dañinos? Normalmente, estos patrones dañinos se evidencian en el malestar reiterado que nos causa cierto tipo de interacción, que puede ser o bien con personas o situaciones determinadas: discutir con nuestros hijos a gritos o sin escucharlos realmente, comer de manera tan excesiva que nos duela luego la tripa… Ese sentimiento de inquietud, desazón o intranquilidad que surge es un signo claro de que estos patrones son más bien muros que nos alejan de nuestro bienestar. ¿Puedo liberarme de estos patrones perjudiciales? Estos esquemas funcionan como guiones bastante estables en nuestras vidas. Es frecuente escuchar a personas interrogarse: ¿Por qué siempre me pasa esto a mí? Y la respuesta es sencilla: quizá porque siempre haces lo mismo (o casi) ante una situación determinada. Así, la solución comenzaría con intentar salirnos de ese guion y buscar la forma de hacer algo mínima o radicalmente diferente ante la situación que nos molesta. La dificultad, al inicio, será identificar esas acciones y reacciones reiteradas que, de tan automatizadas, no resultan tan evidentes: ¿Acaso podríamos describir con certitud la manera particular que tenemos de caminar? Igual, al comienzo, no resultará tan obvio por qué me siento tan mal al aceptar una tarea que no tenía nada de ganas de hacer, solo para seguir con mi guion de complaciente a ultranza. Introduciendo nuevas respuestas en nuestra interacción El trabajo psicoterapéutico sirve para tomar conciencia del problema desde una perspectiva distinta. Se identifica y evalúa ese cómodo, pero a veces desafortunado abanico de esquemas y guiones, así como la influencia que estos tienen para nuestra vida. Quizás pienses ahora: ¡Pero eso es mucho trabajo! y tienes razón. La buena noticia es que es muy gratificante y liberador, pero, sobre todo, no hay misterio, no estamos atrapados por una fuerza superior a nosotros, que arrastra y conduce nuestros destinos, seremos nosotros los protagonistas para hacer que ese cambio ocurra. Así, pasamos de ser víctimas a actores responsables de nuestras vidas. Poco a poco, empezamos a idear nuevos guiones para situaciones que parecían sin salida. Por ejemplo: me enfado siempre que voy a comer a casa de mi madre, porque todavía no entiende que soy vegana y me ofrece pescado o carne. Mejor que quejarse y compadecernos de nosotros, podríamos entonces idear: ¿qué podría hacer yo para no repetir esta historia de no se entera de mi dieta y me enojo? Cada uno debe comenzar a elaborar ese nuevo guion: sugerirle el plato, llevar algo como una lechuga y prepararme allí una ensalada, mejor quedar para tomar el café… Lo que sí está claro es que, si tu madre después de siete años de vegana no ha comprendido qué puedes comer, no lo aprenderá, probablemente, en los próximos siete siguientes. El guion tiene que cambiar de nuestra parte, intentando nuevas soluciones. No hay secreto, como dije, se trata de ponernos manos a la obra para dar paso al cambio e intentar nuevos patrones, guiones que trasciendan el muro. Todo ello tendrá un impacto beneficioso, no solo para nuestras vidas, sino también para nuestro entorno. Claudia Hernández Psicoterapeuta y counselor

